• Educar en pensamiento crítico: La Importancia de las Buenas Preguntas

Educar en pensamiento crítico: La Importancia de las Buenas Preguntas

Aprendo mucho, muchísimo, de mis alumnos. En especial, a pivotear el punto de vista para expandir el mundo. Sólo una cosa me entristece y es la dificultad que, al llegar al claustro universitario, estos adolescentes tienen para desarrollar lecturas críticas, comprensivas y detenidas. Esto no se debe a una discapacidad generacional sino a la falta de herramientas adquiridas en etapas previas y a la velocidad a la que pasa el mundo alrededor.

Fecha de publicación: 17/10/2024

Hace más de una década, en 2012, la socióloga Paula Sibilia escribió un texto profético titulado ¿Redes o paredes? La escuela en tiempos de dispersión. Con una economía y una lucidez admirables, en esas páginas Sibilia recorre la historia y las distintas problemáticas que atravesó y atraviesa la escuela como institución, desde sus inicios en la Edad Moderna —de la mano de la Reforma Protestante y la Ilustración—, hasta su crisis actual como tecnología disciplinante de la sociedad.

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En un artículo anterior de TuTesis, Eliana Biassi repone una cita del informe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) que llama mi atención: "las empresas valoran cada vez más las competencias técnicas y la capacidad de adaptación de los trabajadores". Esto redunda, según la investigación de Biassi, en la cada vez mayor valoración empresarial de las habilidades técnicas por sobre los títulos académicos. Situación que, a su vez, deriva en una inevitable preferencia por las carreras más cortas: menos años de estudio para una más rápida salida laboral.

¿Qué relación existe entre el estudio de Sibilia sobre la institución escuela y la investigación de Biassi acerca de las preferencias universitarias?

No hace mucho comencé a dar clases en universidades. Aprendo mucho, muchísimo, de mis alumnos. En especial, a pivotear el punto de vista para expandir el mundo. Sólo una cosa me entristece y es la dificultad que, al llegar al claustro universitario, estos adolescentes tienen para desarrollar lecturas críticas, comprensivas y detenidas. Esto no se debe a una discapacidad generacional sino a la falta de herramientas adquiridas en etapas previas y a la velocidad a la que pasa el mundo alrededor.

Para Sibilia, “las subjetividades se construyen en las prácticas cotidianas de cada cultura, y los cuerpos también se esculpen en esos intercambios” (2012).

Coincido con esa lectura y me pregunto qué cuerpos y subjetividades están construyendo mis alumnos, mi hijo y yo misma en una sociedad en la que, en menos de un segundo pasamos de un posteo sobre la muerte de un actor o cantante que marcó algún momento especial de nuestras vidas a un reel donde un influencer nos recomienda una prenda, una canción o una serie. ¿Cómo decantan a ese ritmo las emociones?  ¿Qué resto queda de ese blender si no hay tiempo para que nada se asiente?

Considero que la práctica cotidiana que puede dar lugar a cuerpos y subjetividades auto disciplinadas en libertad es la de recuperar la introspección que planteaba la era moderna y exteriorizarla, como propone el mundo actual, sólo que en  formatos y tiempos más masticados. Aquí y entonces, la lectura y la escritura se enarbolan como los mejores mecanismos de trinchera: una lectura consciente y crítica, y una escritura capaz de experimentar con otros lenguajes y de incluir tecnologías digitales y diversas manifestaciones artísticas pueden potenciar la construcción y la transmisión de un mensaje profundo y sustancial.

Más que pensar en términos de carreras largas o carreras cortas, creo que aliviaría y sanaría entender al estudio —desde etapas tempranas de formación— como una constante ad eternum que no responda en primer lugar a las demandas del mercado porque toda moda, como escribió Simmel (2014), es inalcanzable: “tan pronto como se ha extendido por todos lados (…) pierde su condición de moda”.

El primer objetivo debería ser de orden vital: nutrir el deseo en un mundo que privilegia el goce Para eso, hay que bucear en el sí mismo; pensar, detenerse, inspeccionarse: todas actividades relacionadas con la lecto escritura. Dentro de las competencias adquiridas por un sujeto, aquella que ganancias de mayor alcance puede ofrecer es la de dejar de pensar a la adquisición de enseñanza como un fin y empezar a verla como una inversión dentro de un proceso más extenso. Es decir, en un mundo que por fortuna ha creado otros al expandir las libertades y posibilidades, se hace necesario desarrollar herramientas que nos ayuden a navegar el “vértigo” que esa amplificación genera y del que tanto y tan bien escribió Kierkegaard, allá lejos y hace tiempo.

Urge, entonces, construirle ventanas al caos: un marco apolíneo que oriente las pasiones dionisíacas; estructuras internas capaces de encauzar los contenidos para crear y habitar un mundo interno y propio que no sea scrolleado como el mundo alrededor.

Esto sólo será posible si la elección de las carreras, cursos y talleres se hace en base al conocimiento de sí mismo y no a su duración. Es decir, si el sustento de dicha elección está determinado por una forma de ser-en-el-mundo y no por el imperativo exterior de cómo debemos ser en él.

En cualquier tipo de carrera -corta, larga, híbrida, virtual, presencial- lo que debe enseñarse es a hacerse buenas preguntas. 

Sólo ellas pueden ayudarnos a determinar qué elegimos, qué buscamos, qué queremos, qué nos mueve. Si nos habilitamos a repreguntarnos y a recalcularnos pensando no ya en qué demanda  el afuera sino qué deseamos internamente, probablemente dejaremos de buscarnos y comenzaremos a hacernos.

Referencias:

Biassi, Eliana (2024). ¿Por qué los estudiantes universitarios en Argentina están eligiendo carreras cortas sobre las tradicionales de 5 años? Disponible en: https://www.linkedin.com/pulse/por-qu%25C3%25A9-los-estudiantes-universitarios-en-argentina-est%25C3%25A1n-eligiendo-uzxff/

Sibilia, Paula. (2012). ¿Redes o paredes? La escuela en tiempos de dispersión. Buenos Aires: Tinta Fresca.

Simmel, Georg. (2014). Filosofía de la moda. Madrid: Casimiro libros.

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